La Llegada 2016 ¿La peor película del año?

¿Por qué «La llegada» es la peor película del año? ¿Ciencia ficción comercial o inteligente? Ni lo uno, ni lo otro. Explicación del final «La Llegada»

Vale, lo reconozco; el titular es amarillista y tendencioso, pero seguro que eso mismo es lo que habrás pensado si, tras gastarte tus ahorros en semejante propuesta cinematográfica, has quedado decepcionado, con cara de tonto y pensando que te la han vuelto a meter doblada, como hicieron con Interstellar: Explicación de Interstellar (2014), o como han vuelto a hacer con Explicación de Aniquilación (2018). Freud, el psicoanálisis y el pecado original (enlace actualizado). ¿Verdad? Bien, vamos allá. Denis Villeneuve es un director de cine canadiense que el año 2013 dio un golpe en la mesa y dijo «aquí estoy yo» con la película «Prisioneros», un poderoso thriller lleno de caras conocidas. Ahora, y haciendo puntos para lo que se supone será una de las secuelas más esperadas por todos los fans -y seguramente una nueva decepción más que innecesaria; nos referimos a Blade Runner-, el director ha decidido calentar motores con esta típica, simplona y tramposa historia de ciencia ficción que lleva por título «La llegada»; un título tan insulso como sus protagonistas, su puesta en escena y, por supuesto, el mensaje o moraleja de fondo. Todo un pastiche dramático donde la ciencia ficción deja lugar a dos horas de aburrimiento, sopor y un bostezo sempiterno que hará que te preguntes… ¿pero qué demonios hago yo aquí? Sí, metafísica pura y dura.

No se puede decir que La llegada sea una película mala porque a uno no le haya gustado, eso es indudable. De hecho, si nos damos una vuelta por los portales de cine acostumbrados, veremos un montón de críticas favorables, y tanto éstas como las que no lo son, se muestran totalmente polarizadas. Es como si no hubiese término medio, y cuando una «obra» genera tanta controversia, puede que algo tenga, aunque nosotros no lo veamos, al igual que todos los «haters» que la ponen…, que la ponemos a caldo.

Toda la película es gris, fea y triste, sin embargo, el planteamiento inicial es cuando menos prometedor. Aquí nos encontramos con una serie de naves alienígenas que, de repente, toman posiciones sobre la faz de la tierra, como si fuesen piezas de ajedrez. Se desconocen sus intenciones y, si esto no es precisamente lo que ya hemos visto en otras ocasiones, como en la serie televisiva ochentera «V», o en el blockbuster protagonizado por Will Smith «Independence Day, 1996», puede que entonces sea la mar de original y yo no me entere de nada.

Una vez colocadas las piezas de ajedrez sobre el tablero es cuando comienza la partida, y para ello el director nos presenta a sus jugadores. Por un lado, tenemos a una pareja de científicos, sin química de cara al espectador, y no así entre ellos, tirándose los tejos, entre hipótesis y conjeturas varias. Luego, al otro bando, tenemos una pareja de pulpos, que ni son los hijos bastardos de Cthulhu, ni sabemos a qué demonios están jugando tras el cristal de lo que parece un acuario, o quizás un caldero de «pulpo a feira», donde algún avispado ya se ha comido uno de sus rabos, de ahí que solo tengan 7 patas.

Tópicos y más tópicos (chinos y rusos son siempre los malos, y los americanos los listos salvadores), la trama de la película se centra en cómo estos dos científicos intentan establecer una forma o lenguaje de comunicación, pues, aunque existe voluntad por ambas partes, la concreción de la misma es mucho más difícil de lo que pudiese parecer. ¿Difícil? Con lo fácil que es viajar al pasado ochentero y rebuscar en las cintas de videoclub una que se titula «Encuentros en la tercera fase», de un tal Steven Spielberg, ya no habría duda de cómo establecer una comunicación. Todo el mundo sabe que la música y las matemáticas son lenguajes universales, así que, con un órgano Casio y cinco notas musicales, ya tendríamos el problema resuelto. ¿No?

Llegados a este punto todo el interés que puede suscitar la cinta en el espectador es la resolución del misterio en sí, es decir, obtener respuestas y averiguar cuál es el propósito último de semejante y digna visita, con tanta pompa y boato. De igual forma, este esfuerzo comunicativo se replica en cada una de las localizaciones o países en los que, a su vez, también se ha dado el encuentro. Y, puesto que no se logra avanzar, no tarda en aparecer el miedo, y con este la animosidad belicosa.

Tras el ir y venir de chorradas varias llegamos al final que, tal y como suele suceder estos casos, nos tiene preparada la mejor de las piruetas, digna del espectáculo circense del siglo. El truco no es otro que dejar al espectador con buen sabor de boca, con una reflexión subordinada a la idiotez del momento, y que, de alguna forma, no se pregunte dónde se ha gastado el dinero de su entrada. Lamentablemente la pirueta se queda en nada, y la decepción resulta tan grande, que algunos hemos tenido el arrojo de escribir una crítica destructiva como ésta, para desahogarnos.

Pero, ¿cuál es la explicación de La llegada? Lo más probable es que no hubieses entendido la película, y por eso no te haya gustado; o que sí la entendieses, el resultado sea el mismo; pues si bien es un ejercicio práctico, poético y filosófico acerca de la dimensión temporal en la que existimos como especie, esto no quiere decir que el resultado no sea aburrido, por muy inteligente o pedagógico que pudiera ser. El hecho es que toda le película juega con la noción del «tiempo», una dimensión que no somos capaces de comprender porque nos falta el conocimiento necesario, y las teorías que manejamos pueden ser o no ser correctas. A partir de aquí todo es especulación y un juego continuo de hechos y palabras. Un palíndromo constante (palabra o expresión que es igual si se lee de izquierda a derecha que de derecha a izquierda) que, de forma juguetona, se da en el nombre de la hija de la protagonista: Hannah.

La base de la película es la dimensión temporal, el tiempo como realidad física tangible, manipulable, algo que no es compatible con nuestra percepción. El ser humano solo percibe las tres dimensiones: ancho, alto, y fondo, pero no la cuarta, el tiempo; pues este solo existe en forma presente. Así pues, la película debemos entenderla de forma no lineal, algo más que complicado; a no ser que seas «Doc», de Regreso al Futuro, y tengas un DeLorean y un condensador de Fluzo.

El tema es que la película resulta muy confusa para el espectador ya que hasta el final no comprenderá nada de lo que está viendo, especialmente los flashbacks (¡ojo!, que no son tales, sino “flashforward”, es decir, van hacia adelante, nos presentan hechos que aún no han sucedido en el plano actual). Pues bien, a grandes rasgos, lo que tenemos es una especie alienígena (los pulpos), que son capaces de manipular, de comprender la dimensión «tiempo», y pueden hacer con ella lo quieran. Por tanto, conocen el pasado, el presente y por supuesto el futuro. Ellos saben lo que va a suceder, y saben que, en un futuro, necesitarán de la ayuda de los humanos, por lo que deciden venir a nuestro tiempo, a nuestro momento, y darnos un regalo, un don: «La capacidad de comprender la dimensión temporal».

Ése es su propósito, pero, como es lógico, aquí no nos enteramos de nada, y pensamos que ese don es un arma de destrucción masiva, y a punto está de desencadenar la tercera guerra mundial. Sin embargo, cuando todo se precipita de forma apocalíptica, es cuando la protagonista, en plan superhéroe de la Marvel, es tocada por la varita de Dios, y todo lo comprende. Típica americanada, donde, una vez más, uno de los suyos salva el mundo. En este punto la película se precipita y se convierte en un corre calles. Los alienígenas conscientes de que si no hacen algo, entonces los terrícolas se la van a liar parda lanzando bombas nucleares y con ello, exterminarse a sí mismos. Así pues, el director de la película nos mete la tan esperada pirueta, y la protagonista es capaz de viajar a un futuro hipotético y obtener la sabiduría necesaria para convencer al mandamás chino, ahora en el presente, y así detener la inminente guerra autodestructiva. Luego ya, todo se resuelve satisfactoriamente, y descubrimos que la niña que veíamos en los flashbacks / flashforward (la del palíndromo), es la hija de la protagonista, la que tiene con su compañero científico, y la que continuará su trabajo en una —esperemos que no; Dios nos libre—, segunda parte. Esto es si sobrevive a sus avatares, claro. La tragedia madre e hija (destinada a una muerte prematura, y aun así decide tenerla), para hacernos reflexionar sobre la noción del tiempo y de cómo podríamos o deberíamos cambiar nuestros actos en función de las consecuencias que ya conocemos, es otra píldora de reflexión melodramática, digna de un folletín de Corín Tellado, que no sé hasta qué punto era necesaria.

Veredicto: Un bodrio. Si te ha gustado Contact (1997), de Jodie Foster, entonces te gustará La Llegada; aunque está un par de niveles por debajo.

Lo mejor: El arranque o inicio, que recuerda a otras películas y estimula la imaginación.

Lo peor: Filosofía del todo a cien. Aburrida y poco original. ¿Pulpos llegados del espacio? Deben ser los primos hípster o gafapastas de los xenoformos o abrazacaras de Alien. ¿Y lo de la bomba? No es que sea un plan estúpido, que lo es y mucho, es que además no tiene sentido alguno con la línea de la película, en plan inteligente. Toda una patada al intelecto del espectador, si es que a estas alturas ya no está “dormido”.

Resumen y Explicación: Unos pulpos alienígenas llegan de una galaxia muy lejana para darnos un regalo: la posibilidad de entender “la dimensión temporal” (no es gratis, algún día se lo cobrarán). Aquí no nos enteramos de nada, y a punto estamos de liarnos a tiros con ellos, y entre nosotros mismos. La prota tiene una revelación, y de repente, justo al borde del precipicio, lo comprende todo y se resuelve el enigma. Entremedias, aún tiene tiempo de echarse novio y, a reglón seguido, tener una hija. Claro, así sí que es fácil echarse novio, pues ya conoce el futuro. Ligar ya nunca será lo mismo.

Posdata: Tras el fiasco de Interstellar: Explicación de Interstellar (2014), el no sé qué de Prometheus: Explicación de Prometheus, y la pantomima de esta inoportuna e inapropiada La llegada, creo que necesito una buena dosis de Fast and Furious (Vin Diesel nunca decepciona). Me voy a ver ahora mismo la saga del tirón, a ver si así desintoxico mi cerebro, que lo necesito al cien por cien, para criticar el próximo bodrio, que seguro no tardará en "llegar" (Actualización: Sí, ya está aquí, ya ha llegado: Explicación de Aniquilación (2018). Freud, el psicoanálisis y el pecado original). Así que, permanezcan en sintonía.